lunes, 12 de octubre de 2009

VALE LA PENA CONOCER LA HISTORIA DE FRANCISCA


1- Corintios 12. 12-13, 22-26.

“Del mismo modo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros, aun siendo muchos, forman un solo cuerpo, así también Cristo. Todos nosotros, ya seamos judíos o griegos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un único cuerpo. Y a todos se nos ha dado a beber del único Espíritu”.

Más aún, miren cómo las partes del cuerpo que parecen más débiles son las más necesarias. Y las partes que menos estimamos las vestimos con más cuidado, y las menos presentables las tratamos con más modestia, lo que no se necesita con otras que son más decorosas. Dios dispuso el cuerpo, dando más honor al que le faltaba para que no haya divisiones dentro del cuerpo, sino que más bien cada uno de los miembros se preocupe de los demás. Cuando uno sufre, todos los demás sufren con él, y cuando recibe honor, todos se alegran con él”.


Estimados Apoderados del Kinder:

Han pasado algunos días desde la muerte de Francisca La Rivera Monsalve, alumna del tercero básico, que hace unas semanas atrás congregó en oración a gran parte la Comunidad del Colegio Mariano de Schoenstatt. El corto tiempo transcurrido desde aquel momento hasta ahora me ha permito madurar un pensamiento que he deseado compartir, no permitiendo que se enfríe el impulso por encontrar un sentido sobrenatural a este hecho, producto de un mayor plazo de reflexión.

¿Cómo explicar aquella certeza que para muchos ha sido considerar que Francisca, después de su muerte, ha encontrado su morada en el cielo?

Pertenezco a la Comunidad del Colegio Mariano por el hecho de que mi hija cursa el Kinder, y en este corto período de tiempo son contados con los dedos de mi mano los miembros de esta comunidad que he logrado conocer. A Francisca nunca la conocí, sin embargo soy seguidor de la postura que dice que su alma es hoy bien aventurada en el Reino de Dios. Ahora, por qué compartir esta idea si de Francisca conocí solamente que fue una niña de diez años, que venía de otro colegio, que la sorprendió la muerte tras una enfermedad fulminante que no dio tiempo a un tratamiento médico, que no pudo ser donante de sus órganos como ella quería por impedimento de su misma enfermedad y que finalmente concitó una notable muestra de cariño por parte del Colegio Mariano, manifestada en una asistencia espiritual durante su agonía y también en etapa posterior a su muerte.

Bueno, para los que jamás supimos sobre su vida podría bastarnos entender algunos aspectos presentes durante las horas previas a su muerte y posterior despedida de sus restos, que se presentan como la clave para entender la riqueza espiritual de su destino. Los últimos días de Francisca fueron como un rastrillo que junta hojas verdes en un gran jardín, o como una bocina que suena fuerte y que concita nuestra atención, alertándonos a mirar en una dirección determinada. Podría decirse que sus últimos siete días fueron los más públicos para ella. Sin conocerla mayormente toda una comunidad de apoderados, alumnas y religiosas empiezan a orar por su salud, se presenta en su favor la imagen del siervo de Dios Padre José Kentenich, posteriormente el día 27 de Septiembre en horas previas a su deceso aparece la mismísima Mater, en su advoción como la Virgen del Carmen, para alimentar con la mayor dignidad este grupo creciente de testigos. El día 29 de Septiembre, estando la niña en presencia de la Iglesia, de la Comunidad y de sus Padres, se unen los Santos Arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel. Sin duda una gran asamblea ante nuestros ojos en la fe, que Dios deseó congregar o hacer coincidir, en ese día, para rendir honores a un alma.

Y toda esta audiencia reunida en un solo lugar… ¿Qué fue a escuchar? Fue a escuchar que con el ejemplo de la muerte de Francisca debemos entender que nuestra vida no nos pertenece, que es prestada por Dios (como lo aclaró la Tía de la niña). Por este motivo Dios, en presencia de la Virgen y los Arcángeles, nos grita que Francisca fue y es actualmente un miembro muy importante del Cuerpo Místico de Cristo, cuerpo al que pertenecemos todos los Bautizados, los Hermanos del Purgatorio y del Cielo, y que su vida fue podada de la tierra para dar mucho fruto en algún lugar importante de este Cuerpo del Señor, que es también su Iglesia. Cuando un entrenador de un equipo de alta competencia observa que uno de sus miembros se debilita, haciendo peligrar el resultado del equipo, solicita el ingreso de un miembro bien dotado que devuelva la esperanza a todo el resto, logrando que de esta manera todos los miembros se beneficien.

Ahora, ¿Qué debiera alertarnos este grito de Dios en Francisca? Que los pecados de todos los hombres alteran gravemente el orden y justicia de los miembros de este Cuerpo Santo, por la falta de caridad. Porque el amor que Dios nos brinda debemos pagarlo con amor y si él no encuentra la retribución de este amor entre los hombres de este mundo que le pertenecen, no podrá buscarlo entre los niños o jóvenes que también le pertenecen y que lo saben honrar. Por este motivo la vida de Francisca podría ser un ejemplo en este sentido y su historia materia que valdría la pena ser conocida. Por ahora sólo Dios y su Familia conocen sus méritos. Fin.

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